Sucedio...

Viernes en la noche. Otro fin de semana que empieza, y con el quedan atras las largas horas dentro de la rutina asfixiante de la oficina, los papeleos inutiles, los trayectos diarios en automovil, el ruido ensordecedor del trafico que jamas avanza. Hastiado ya de la misma historia: llegar a su casa y ser el padre y marido ideal, lo unico que desea es por fin irse y dejar de lado aunque sea por un par de horas las responsabilidades y las falsas apariencias. Ser libre y disfrutar esa libertad con la unica mujer que lo comprendia y lo aceptaba tal cual era. Ya todo quedaba atras, todo terminaba y al final, solo queda el sol perdiendose a lo lejos en el horizonte, dando paso a las luces cada ves mas brillantes de la ciudad. Todo acabo, y sin embargo para el, apenas recien comienza.
Se detiene en aquella esquina y mientras los minutos de espera se deslizan, su mente y cada uno de sus sentidos empiezan a imaginar, a jugar y se desprenden de su cuerpo para fundirse de repente con la esbelta figura que a lo lejos se empieza a ver. Es ella, y ya todo empieza a tomar sentido, el unico sentido que tiene su vida y el proposito sublime de permanecer y compartir a partir de que sube a su coche, todo lo que hay dentro de su alma misma. Se sienten apurados, nerviosos, llenos de ansias, de expectacion, pero aun mas de felicidad contenida tras cinco largos dias de espera. El maneja con calma y parece algo distraido, absorto en sus pensamientos. Ella comodamente sentada en el asiento, cierra sus ojos a la vez que se deja envolver por la musica que suena de la radio y sin motivo, sin una causa, rie y canta aquella melodia conocida. De vez en cuando voltean a verse, y se sonrien con esa mezcla de complicidad y con una expresion traviesa y atrevida como preguntandose si estaran haciendo bien. ¿Que mas daba? ahi iban los dos por fin, dispuestos a pasar la noche mas larga de sus vidas.
Aun lo recordaban claramente ambos, se habian visto ya varias veces antes en esa cafeteria, a escondidas, hablando de trivialidades, de lo que hicieron ese dia, de sus logros, de sus fracasos, de sus penas y alegrias y de lo emocionante que seria si pudieran aunque fuese una sola noche pasarla juntos amandose sin testigos y sin cuestionamientos. Asi, un dia, sin previo aviso lo planearon cuidadosamente. Repitiendo vez tras vez su "escapadita" como la solian nombrar. Todo estaba dispuesto. Semanas atras habian calculado perfectamente, cada detalle para que nada se les saliera de control, para no levantar ni la mas minima sospecha, y que tanto el como ella tuvieran por fin la excusa perfecta para salir de casa y no volver hasta el siguiente dia.
Y el momento largamente anhelado habia por fin dado a luz. Ahi iban los dos, yendo hacia la aventura del amor y la clandestinidad. Y en verdad habia valido la pena. Y las mentiras... porque aunque a el algo le causaba de repente un pinchazo de remordimiento, no importaba, porque aquella mujer era muy diferente a su esposa y la madre de sus hijos. A su mujer la veneraba, la amaba a pesar de los años de matrimonio pero sin la pasion, sin el placer que esta otra le proporcionaba. Y ella ¡Oh que placeres le daba! ¡Que noches de absoluta pasion y fantasias realizadas! Bien entonces lo valia.
Por fin, a lo lejos se ve el letrero iluminado de "Motel". Casi automaticamente sin pensarlo demasiado, giro el volante y se enfilo hacia la rampa del amplio estacionamiento. Como todo un caballero se baja el primero y le pide que lo espere mientras hace los arreglos para una habitacion. "¿Te parece bien con jacuzzi?" le pregunta. Ella asiente timidamente al mismo tiempo que le sonrie.
Matando el tiempo, un tiempo que a ella se le antoja largo, larguisimo y sentada comodamente en el asiento del pasajero, cierra sus ojos y piensa y vuelve a pensar. ¿Que dirian sus amigas si supieran lo que estaba a punto de hacer? solo imaginarlo le erizo los vellos de la piel. Y tambien le causo gracia, aunque no era en si algo gracioso. Y a pesar de eso, de algun modo lo era.
De repente la puerta del carro se abre, y con esta accion se esfuman sus cavilaciones y se incorpora algo sobresaltada. Y ahi esta el, parado a su lado rebozando triunfo y anunciandole que ya esta listo todo, pueden pasar. Ella le tiende su mano para bajar y comienzan a dirigirse hacia donde un hombre a lo lejos les indica cual es la habitacion asignada. Caminan en silencio por el asfalto humedo y oliendo las estrellas y la noche, que nunca les habian parecido tan hermosas.
Delante de la entrada, ella se pone detras de el mientras abre la puerta y enciende las luces. Ella entonces vacila un poco, no sabe si deberia entrar, el la mira y como adivinando sus pensamientos, la toma suavemente de una mano y la estira hacia su pecho. En un momento, un minimo instante, sus labios se unen y casi sin sentirlo, sin tener conocimiento, viajan hasta la orilla de aquella inmensa cama. Ahi estaban, juntos, unidos, ya sin barreras, devorandose, disfrutandose con cada mirada y diciendose sin palabras lo que era imposible contener. Se volvieron a besar lentamente. Ella le paso sus manos frias y blancas por su cabello desacomodado, bajando lentamente hasta su cuello para desatar y quitar con ternura su corbata y liberarlo de aquella camisa que le oprimia y quitaba la respiracion. Sus labios aun sellados, sin dejar de besarse, van liberando sus manos en intensas caricias y sintiendo en su interior como explotan uno a uno, sus antes dormidos sentidos.
De repente, ella lo aparta de si con un movimiento de su brazo; el sorprendido y extasiado ve como se pone en pie, y empieza a desabrochar uno a uno los botones de su blusa, despojandola de su cuerpo lenta y sensualmente y dejandola caer flotando hacia el piso alfombrado. Aquel sencillo ritual acelero mas los latidos de su corazon y estaba convencido que su sonido se escuchaba mas alla de las paredes del cuarto y atravesaban aun el cielo y se difundian por el universo entero. Ella no dejo ni un momento de clavar sus ojos en el, de sentir, de desear que lo unico que esperaba ya, era entregarse y fundirse con su amado. El ya sin voluntad se recosto sobre las blancas sabanas, mientras ella ya solo con la falda y el corpiño puestos se coloco encima de sus fuertes piernas al mismo tiempo que acercaba su rostro al de el y con un aliento suave y fresco y casi en un susurro le dijo al oido: "Feliz aniversario amor... Te amo". Y al terminar de decir esto con una mano apago la lampara y con la otra entrelazo sus dedos con los de su esposo, su amante, su amigo, en donde descansaban colocados como mudos testigos sus argollas de matrimonio simbolo de su pacto y su encontrado y poderoso amor, el cual a pesar del tiempo seguia ardiendo como una llama y los volvia a unir como si fuera la primera vez.
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