Relaciones Muertas

Usualmente no me gusta tocar ciertos temas, el que estoy a punto de tratar es uno de esos. Y no por que tenga algún problema con ello, simplemente pienso que hay cosas en la vida a las que es mejor darles punto final, y seguir adelante sin mirar atrás. Y uno de estos “ya-no-me-quiero-acordar” fue el del proceso en el que consistió mi separación y divorcio. Comprendo muy bien lo duro y triste que es, ya que yo misma lo viví en carne propia, el tener que renunciar a una relación que quizás para algunos duro muchos años (como fue mi caso) o tal vez menos, y mas por que suele pasar que al terminar algo de por si desagradable como es divorciarse, el proceso de sanación del alma y las emociones pasa por ciertas etapas que ponen a prueba hasta la misma salud mental.
Entiendo también que haya gente a la que este tipo de temas les resulte desagradable, o de plano no se sienten identificados con ellos, por que sus relaciones van viento en popa, pero esto no quita que hayamos quienes si ya pasamos por esto, o los que estén en medio apenas del ojo del huracán.
Ahora agréguenle el ser muchas veces considerados como pestes por los que viven felices y sin problemas, y ser el blanco de un sin fin de críticas por no haber podido “salvar” nuestro matrimonio o peor aun, por que “a lo mejor ni hicieron el intento”.
Y no vengo el día de hoy a hacer victimas a los divorciados, ni a buscar culpables, ya que como en mi caso particular, aunque fueron dos años desgastantes de intentar de nuevo recuperar lo perdido, al final tuve que aceptar que para que una relación se salve y perdure, debe haber de principio voluntad por ambas partes, ya que de un solo lado, no funcionara por mucho que se intente y se de el alma misma.
Mi humilde propósito entonces, más que nada, es demostrar que si hay una vida mas allá del divorcio, y que aunque al terminar una relación (no solo de matrimonio), quedan muchas dudas y un gran dolor por detrás, si se puede salir y seguir adelante si estamos dispuestos a llevar a cabo, una serie de pasos en un proceso que es conocido como “El duelo”.
Y ya algunos se preguntaran por que hacer un duelo por algo donde no murió alguien. Pues bueno, la respuesta es que, un divorcio al igual que un fallecimiento, implica la perdida de algo o alguien, en este caso, la perdida de mi relación de pareja, y por consiguiente de mi cónyuge y lo que nos mantenía unidos, aunque este aun siga vivo (y se que habrá a quien no le molestaría mínimamente la idea de que el susodicho se desapareciera de esta vida), y sentir que no tendré la fuerza suficiente para afrontarlo y quedar neciamente enganchado a ese que ya no me pertenece, y que de hecho, jamás me perteneció. Una idea escalofriante en definitiva, pero que en muchas ocasiones suele ser el motor para no avanzar, y continuar “anclado” en ese lugar sin atreverme a mirar al frente.
¿Qué es entonces lo que me lleva a permanecer donde es mas que obvio, ya no soy necesaria? ¿Por qué seguir contigo si ya no quieres estar conmigo? ¿Hasta donde estoy dispuesta a soportar amarte y amarnos por ambos?
Tal parece que vivir amando sin ser amado, solo por la supuesta seguridad que me da el tener y ver a quien ya vive ausente de la relación, es un mejor y temporal remedio, a tener el coraje de reconocer que arrancar de raíz sería lo mas conveniente.
Aceptar es duro, es difícil, es doloroso y nos muestra túneles tan largos y oscuros que solo por eso prefiero aguantarte a perderte.
¿Qué hacer? ¿Cómo continuar sin ti? ¿Cómo volver a ser uno cuando éramos dos? Entendiendo que solo yo tengo en mis manos el poder de salir de una ves y por todas de ese bache, y comprender que no me pertenecías, no eras mío, ni hacías mi felicidad, solamente estuvimos un tiempo juntos, compartimos ese tiempo y ahora aunque me parte todo lo que soy, te dejo ir para que siendo libre tu, pueda finalmente ser libre yo.
Olvídense de los juicios, las demandas, los pleitos, las reparticiones, cosas que en un divorcio son inevitables. En ocasiones lo que mas lento, largo y doloroso lo hace, es la negación a dejar ir. Prefiero fregar la existencia del otro antes que soltarlo, porque así al menos lo tengo, a la mala, pero lo tengo. Y lo triste es que pudiendo terminarlo y continuar con nuestras vidas, dejamos que el coraje y el deseo de venganza nos dominen y lleven a sufrir más y más, y junto con nosotros a quienes nos rodean.
Afrontar una separación nunca será ni fácil, ni bueno ¿Qué de bueno podría haber? Sin embargo, al afrontar el duelo de lo que ya no existe, de lo que perdimos, buscando ya sea ayuda de algún profesional, o dejando que como dice el dicho: “Que el tiempo lo cure todo”, podremos en algún punto, en algún momento, dejar de sentirnos a la mitad, y reconocer que en realidad siempre estuvimos enteros. Y que enterrar el pasado, nos permitirá caminar de nueva cuenta entre los vivos.
Las dudas aumentan, claro es, “¿Y quien me va a querer ahora?”, “¿Qué será de mi?”, “Jamás lo lograre”, pero solo son eso, dudas momentáneas, que si no nos a atrevemos a hacerles frente, ellas nos perseguirán sin piedad y nos mostraran distorsionada nuestra realidad. La neta es que si hay salidas, y para todo, una solución. Quizás no la que más me agrade, quizás no la que mas conviene a mis intereses egoístas, pero si la mas sana y la única que al final me muestre que a fin de cuentas no voy a morir y a quedar solo como hongo. Ya que el duelo por fin lo pude superar.
Y bueno ya me había tardado en publicar, pero de veras que los puentes destantean y feo. Que tengan un excelente resto de semana, pásensela viviendo porque el día de muertos ya paso y como siempre digo… See ya!
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